España es el mayor productor y consumidor de cerveza sin alcohol y el 13% de los consumidores de cerveza en nuestro país, prefiere la cerveza “sin” (unos 48 litros por persona al año), según los hábitos de consumo en 2018.

En los supermercados podemos encontrar una amplia oferta incluso de líneas premium de cerveza sin alcohol y 0,0.
Las ganas de tener un tipo de vida más saludable y el endurecimiento de las penas por controles de alcoholemia al volante son los motivos principales que han influido en el consumo de este tipo de cervezas en los españoles.
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Según la normativa, se considera cerveza “sin” cuando la graduación alcohólica es menor al 1 por 100 en volumen. Esto quiere decir que la cerveza “sin” en realidad sí tiene un poco de alcohol (hasta un 0,9%), por lo que hay que tenerlo en cuenta antes de conducir, si se está embarazada, si se tiene alguna patología que desaconseje la ingesta de alcohol o, en nuestro caso, si se tiene diabetes.
En cambio, la cerveza 0,0 sí es una cerveza sin alcohol ya que el máximo contenido en alcohol no puede ser superior al 0,04%, que es una cantidad ínfima. Si no fuera así perdería la denominación de 0,0 para pasar a ser “sin”.

Con dos latas de cerveza sin alcohol de 0.9%, te estarías tomando la misma cantidad de alcohol que con una caña de cerveza (150 ml). Por lo tanto, la denominación de “sin alcohol” es cuanto menos confusa y sobre todo incierta. Es decir que si no quieres tomar alcohol, opta mejor por la gama de cervezas 0,0.
¿Cómo se elabora la cerveza sin alcohol?
Existen dos métodos para conseguirlo.
En uno se controla la cantidad de alcohol obtenido en el proceso de fermentación. La reducción del alcohol se puede conseguir deteniendo este proceso o sometiendo la fermentación a una temperatura que no beneficie a que la levadura se desarrolle para producir alcohol.
En el otro método se separa el alcohol al final del proceso, una vez que la cerveza ha sido elaborada. Consiste en calentar la cerveza hasta llevarla a ebullición. El punto de ebullición del alcohol es más bajo que el del agua y se evapora en primer lugar. A parte de este sistema existen variedades como la rectificación de alcohol utilizando maquinaria industrial para destilar el alcohol en el proceso de evaporación o por ósmosis inversa aplicando presión (en vez de utilizar la temperatura) para que las moléculas que más peso tienen no pasen a través de una membrana. Así el alcohol se separaría.
Es conveniente conocer el aporte energético de las “sin” o 0,0 que oscila entre las 19 y 30 kilocalorías por 100 ml, mientras que una cerveza tradicional nos aporta 43 kilocalorías. Así que hagamos las multiplicaciones teniendo en cuenta que una caña son 200 ml., un tercio 330 y una pinta 473,76.

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