Las implicaciones negativas de consumir grandes cantidades de azúcar en la dieta para la salud en general se relacionan desde hace mucho tiempo con la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud sistémicos, como así se demuestra en números estudios.

Los edulcorantes artificiales (EA) , también conocidos como edulcorantes no nutritivos (NNS), se pusieron de moda durante la Primera y Segunda Guerra Mundial cuando, debido a la crisis agrícola, la producción de azúcar estaba cayendo. Durante este tiempo, la sacarina fue muy bien aceptada como alternativa de bajo costo al azúcar.
Además de la sacarina, otros edulcorantes artificiales ampliamente utilizados son el acesulfamo-K, el ciclamato de sodio y el aspartamo.
Teniendo esto en cuenta los consumidores comenzaron a usar edulcorantes artificiales como reemplazo del azúcar común. Muchos de ellos presentes sobre todo en productos catalogados como light. Si bien pueden reducir la ingesta calórica, per se, es posible que no tengan ningún efecto beneficioso sobre el control de la diabetes porque pueden alterar la sensibilidad a la insulina.

Una dieta para una persona con diabetes es un plan de alimentación saludable con alto contenido de nutrientes por naturaleza y bajo contenido de grasa y calorías. Los elementos clave son las frutas, los vegetales y los granos integrales
La ingestión de estos edulcorantes artificiales provocan la liberación de insulina del páncreas que se confunde con glucosa (debido a su sabor dulce). Esto aumenta los niveles de insulina en sangre, lo que eventualmente conduce a una disminución de la actividad del receptor debido a la resistencia a la insulina.
Lo que se está comprobando es que simplemente sustituir el azúcar por edulcorantes artificiales no previene la diabetes y la obesidad.
En cualquier caso, convivir con la diabetes conlleva controlar la alimentación. Una nutrición adecuada es uno de los pilares para el buen control y tratamiento de la diabetes, junto con la actividad física y el tratamiento farmacológico.

Esto, no obstante, no significa que no se pueda comer de todo, sino tan solo que habrá que tener en cuenta qué, cuánto y cuándo se come de cada grupo de nutrientes.
El objetivo es tener bajo control los niveles de glucosa en sangre, evitando que se eleven demasiado pero también que bajen en exceso. Consumir más hidratos de carbono de lo requerido puede provocar una hiperglucemia, pero no consumir los suficientes puede acarrear la situación contraria, una hipoglucemia.

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