En los últimos años el consumo de esta infusión ha crecido exponencialmente hasta gozar de una popularidad inmensa en todo el mundo. La razón principal de esta moda es que el té se asocia a buena salud. Sus antioxidantes tienen un efecto muy positivo sobre nuestro organismo y todas las variedades aportan beneficios para mantener un buen estado de salud.
El té es fuente natural de flavonoides y catequinas, antioxidantes que protegen a las células y a los tejidos frente a los radicales libres, los cuales están relacionados con la aparición y desarrollo de alteraciones de la salud (problemas cardiovasculares, cáncer…).

Sin embargo, una cosa son los efectos de estos compuestos cuando están aislados, y otra lo que ocurre cuando forman parte de un alimento. Si bien parece que el consumo de alimentos que contienen antioxidantes resulta beneficioso para nuestra salud, por el momento la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) no ha autorizado ninguna declaración que relacione consumo de té y efectos antioxidantes, pues se necesitan más estudios que confirmen este efecto (relación causa-efecto).
La cantidad de antioxidantes presentes en el té dependen de muchos factores: proceso sufrido por el té hasta su comercialización, su variedad, cantidad usada, tiempo que está en el agua, etc.
Por lo tanto, es un error sustituir en la dieta las frutas y las verduras por el té, ya que además de antioxidantes, son una fuente importante de vitaminas, minerales y fibra, entre otras cosas.

Cabe destacar que existen multitud de variedades de té, lejos de diferenciar tan solo su color -té verde, té rojo o té negro son los más populares-, por lo que los estudios intentan resumir sus beneficios hablando del té de una forma bastante generalizada, aunque el más estudiado es el té verde.

La presencia de catequinas y epicatequinas -flavonoides-, otorgarían a esta bebida el potencial para reducir la aterosclerosis, por lo que se reduciría el riesgo cardiovascular. Concretamente, el té verde tendría más flavonoides que el té negro, y ambos poseerían una cantidad de cafeína de alrededor de 20-45 mg por taza.

Un estudio publicado en el American Journal of Physiology aseguró en su momento que los antioxidantes presentes en el té también colaboran en la quema de grasas y pueden mejorar el rendimiento físico hasta un 24%.
En relación al potencial del té para quemar grasas, varios trabajos habrían dudado su potencial para ayudar a perder peso. Por un lado, una revisión Cochrane de 2012 sugirió que el potencial del té verde es poco significativo a la hora de perder peso. Dicha revisión fue analizada y corroborada posteriormente por el Canadian Pharmacists Journal en 2014.
Aun así, cabe destacar que la toma de té sí se ha relacionado con un mejor estilo de vida en general, aunque el beber té por sí solo no sería suficiente para ayudar a la mejora de dicho estilo de vida.
La verdad es que ningún alimento soluciona los problemas por sí mismo, y sus efectos dependerán de la frecuencia y cantidad en la que se consuman, además de las circunstancias fisiológicas de cada persona.
